martes, 21 de marzo de 2006

Memorias de la Mosha: Capítulo 2

Hatsumamá

En una tarde de un Domingo cualquiera en la ciudad de Mérida. Hatsumamá yace sentada tomando el fresco en su mecedora a las afueras de su mítico antro de vicio y fornicio ubicado en el barrio de Chuminópolis, ahí en donde todos los fines de semana por las noches sus brillantes luces de neón anuncian a propios y extraños que se encuentra cercana alguna de sus famosas presentaciones. El calor de los lumínicos y el desgaste de los shows de días anteriores la obliga a no separarse de su fiel mota impregnada de talco para quitarse el bochorno cuando de repente siente vibrar el celular… y no contesta… y no lo hace por que le duele… le duele sacarlo de donde lo tiene escondido pues aun no termina de gozar las deliciosas vibraciones “ay, ¿quien chingados viene a interrumpir mi momento de relajación?” gime con voz de hombre… como la del Jefe pero en un tono totalmente puñal y acangrejado.

Llena de resignación se saca el aparato de donde lo haya tenido que no nos incumbe y lo contesta “¿qué pasó mi rey?” le dice con tono cariñoso y sumiso al hombre del otro lado de la bocina. “que tal Perra Salvaje, ya está todo listo para recibir a mi nuevo esclavo sexual? ¿o estás rascándote el pirish como todas las tardes?” le dice el Jefe quien aun conserva el tono enojado de la mañana. “Ay, como crees mi rey, el problema fue que cuando llamaste hace un ratito aun no estaba despierta; estaba yo cruda. Ya sabes que suelo departir con los clientes después de mis shows, y pues tenía otras cosas entre manos… tu entiendes verdad papito?”. “Papito el que me juegas, a mi no me vengas con tus rebeliones y con desmanes entendido? O te regreso de inmediato al Venadito para que recuerdes la cloaca de donde te saqué y que no serías nada sin mi, más te vale que esté todo listo mañana, pero si escucho que me maltratas mucho a este Alex, juro que yo personalmente voy y te destierro de tu changarro, hasta luego”.

“Ay mi madre, que cosas tan feas me dice este desgraciado hombre… solo se lo permito por que el fue mi primera experiencia” pensó en voz alta Hatsumamá con una lágrima rodando por su mejilla mientras se acomodaba el celular de nueva cuenta en su escondite preferido, “además, ya ni me acuerdo por que han sido tantas experiencias… snif, snif”. Y es que, aunque es la Reina de la Noche y la Princesa del Falo, también tiene su corazoncito y tanto maltrato le causa nostalgia. Detrás de ese disfraz de Señora del Sexo se esconde un ser humano; un ser humano podrido y depravado, pero ser humano al fin.

No puede haber una más perra que ella pues simplemente ninguna cuenta con esa aureola mágica que apasiona a sus seguidores. Hatsumamá vive en la planta superior del inmueble desde hace más de tres décadas y desde esas primeras épocas, siempre sale arregladita y dispuesta a complacerlos a todos; si, a todos por muy grande o chica que la tenga… Pero aquí entre nos, años después aprendería de ella que mientras más grande, menos te dura y mientras más chica, más pica. El negocio es un lugar lleno de color, plagado con una multitud de objetos masoquistas e imágenes de hombres fornidos desnudos que le ayudan a recordar que el único objeto de su vida es la putería. En la sala de su casa, un cuadro enmarcado en madera de roble le hace recordar sus viejos tiempos.


Su existencia no ha sido fácil, si vida ha estado llena de trabajo y decepciones, pero a la vez, ha sido entrañable por el cariño que los hombres que han pasado por ella le han brindado cada noche. “Esta es mi casa y mi negocio… lo compré con los centavos que ahorré trabajando sin parar en la esquina del Venadito cuando llegué desde Veracruz a Mérida. Que injusta es la vida que me puso en aprietos y me vi obligada a empeñarle el negocio al Jefe… y el ya no quiere agarrarme las naylon en abono por los intereses, ahora tengo que pagar refrendos con efectivo o un día de estos puedo perder mi local, ay que va a ser de mi!!” grita con dejos de desesperación.

Su negocio en un principio era un salón de belleza gay, pero un buen día uno de sus clientes la escuchó cantando en la regadera después de un acostón y éste la convenció de dedicarse a montar un show con canto, baile y mucha pero mucha putería. Es así como Hatsumamá cambió las tijeras por el micrófono y fue un cambio benéfico por que aquellas tenían filo y podían desgarrarlo cuando el micro nomás le daba ciertos toques eléctricos a la hora de ponerlos donde escondía su celular. Su salón fue entonces convertido en un cabaret de mala muerte con escenario. “Supongo que por eso he tenido mucho amor, he sufrido bastante por que los hombres siempre hace sufrir y mientras más hombres tienes como yo, más dolor sientes a pesar del poco placer que te puedan brindar unos cuantos gramos de chorizo”. Piensa mientras se seca una lágrima y recupera la compostura pues se aproxima alguien y no quiere que la vean llorar... “No sé por que, pero así es la vida, es lo que me tocó mi vivir, perra naces y más perra te mueres; soy así por mis experiencias en la vida que no han sido fáciles, que me queda más que sonreír y salir a desvestirme ante nuevos extraños toda la noche… mi vida no es fácil como para que un desgraciado quiera venir a arruinar el fruto de tanto esfuerzo”.

“Belinda!, ven acá pelaná” grita Hatsumamá con tono violento, la tristeza y el llanto han pasado a ser dejadas de lado cuando observa a su criada pasando por la sala de la casa. Belinda es joven y aunque ha vivido rodeada del ambiente del negocio por más de 10 años, aun no conoce a un hombre… vamos, entenderemos que los homosexuales que corretean a la madame no se sienten atraidos por la única mujer de la casa y se conserva pura y casta. De ojos oscuros y tez blanca con un cuerpo que volvería loco a cualquiera, Beli, como le dice la Reyna de la Noche de cariño, es objeto de envidias y no es por menos pues goza del favoritismo de su protectora. “¿qué haces cariñito azucarado? ¿ya terminaste de arreglar la habitación de nuestra nueva huésped?”. “Si mamá, ya está todo arreglado” contesta Belinda con el tono de voz más dulce que nos podamos imaginar. “Perfecto, puedes retirarte a tu recámara” le replica Hatsu mientras Belinda se retira graciosamente de la habitación. “Que bien formadita está quedando esta muchacha… si no fuera por que me encanta la pirinola y soy ya más mujer que hombre… me dan envidia sus bolas… como no nací con esas formas?”.

Y es que, Hatsumamá, como Darth Vader en la Guerra de las Galaxias ya ha pasado varias veces por el cuchillo de algún cirujano plástico… bueno, más bien se dice que primero pasó por las armas y después por el cuchillo para ponerle sus implantes de senos y realizarse la operación Jarocha 25 años atrás.

Como es Domingo, el show ha sido de mediodía y ha finalizado la jornada. No queda más a Hatsumamá que retirarse a su recámara, el lugar de tantos y tantos revolcones con tantos y tantos hombres. Siempre guarda al menos un recuerdo de cada uno de ellos y éstos simplemente ya no caben por ningún lado en la casa. Cuenta con varios toletes dejados por policías que se convierten en sus posesiones más preciadas en esas noches de soledad. Asimismo, los toreros también le han dejado alguna que otra espada que utiliza para sus shows sádicos que presenta todos los martes, noche de menor aforo y que necesita de otros atractivos para llamar la atención de su hermana comunidad gay. Los pasillos que conducen a su recámara están tapizados de fetiches, vibradores, consoladores y collares de perlas; juguetes sexuales que la animan a seguir noche con noche con su perra vida.

Me despierto por la mañana del siguiente día y ya no hay cruda gracias a la cerveza que me fue ofrecida por la bondad del Jefe y el servilismo de Billy y Terry. Terry me cuenta que pensaba ser beisbolista de las grandes ligas pero con problemas con el trago tuvo que dejar su campamento con los Cachorros de Chicago. Billy mientras tanto nunca lució tanto como su hermano pues su mayor debilidad, las mujeres, lo tenían agotado y no pudo dar el salto a las mayores. Me contaron de su travesía por el mar una noche que decidieron salir de la Habana rumbo a Miami y como no eran muy brillantes, tomaron rumbo hacia el Oeste por culpa de una brújula descompuesta… los pendejos no se dieron cuenta que seguían costeando su país y solo se dieron cuenta del error cuando un yate de lujo en las costas de Chicxulub les había recogido casi muertos de sed y hambre. El dueño del yate, el Jefe, había tenido la bondad de darles agua y comida y los hermanos en agradecimiento y viendo que con su nuevo patrón tendrían de todo, pusieron en sus manos sus servicios como guardaespaldas, lavacoches, matones y apuntadores de bolita en busca de un mejor porvenir.

Y es que ambos eran buen pedo, hice una entrañable amistad aquella tarde cuando no podía ni con mi alma y nos hicimos algo más que amigos… nos hicimos confidentes y no dudé en contarles que tenía miedo de lo que pasaría al día siguiente cuando conociera a mi tutora, a mi mentora de quien ya les conté un poquito más arriba. La incertidumbre me carcomía aunque más bien era la borrachera que nos pusimos de nuevo. Agotado, madreado y ya sin las esposas, me recosté en los brazos de mis nuevas amistades que, a decir verdad, estaban mucho mejor que mis muñecos por que eran de carne y hueso. Nada malo podría pasarme al otro día y me entregué a los brazos de Morfeo... por no decir que a los de Terry y Billy.

El lunes llegó y de nuevo me encontré amordazado y oculto en la cajuela del Marquis. No pude dejar de mentarle la madre a los negros por mentirosos pues me habían dicho que me llevarían con ellos en el interior del coche, pero algo había pasado y nos detuvimos de golpe dándome un madrazo contra el asiento trasero. Se abrió la cajuela y tuve un flashback al día anterior pues de nuevo estaba crudo y vi al Jefe quien me bajó en sus brazos quitándome las ataduras y poniéndome de pie. En la puerta de la casa en un jardín que no conocía, se encontraba de pie una mujer… o era hombre? Quien sabe pero si era mujer que fea estaba la desgraciada… y si era hombre, que cangrejo se veía con un vestido rosa mírame a la de a huevo.

“Buenos días patroncito, como le va?” saludó Hatsumamá de beso y abrazo al Jefe quien repudiando sus cariños la empujó tirándola al suelo “hoy si patroncito verdad Perra Monstruosa?, pero ayer estabas rebelde… mira, te voy a presentar a Alex, ven acá…” dijo mientras me llamaba y la Monstruosa se levantaba a duras penas pues se había golpeado en donde el celular hacía su nido. “mucho gusto alexito, es un placer conocerte”. “Me lo tratas muy bien entendido Perra?, vine personalmente a traerlo y recordarte que ya tienes un par de letras atrasadas y no quiero que lleguen a tres por que sabes muy bien lo que te va a pasar” dijo el Jefe con mirada desafiante y los ojos llenos de furia. “no, papirringo, como crees, ya tengo reunido el efectivo, nada más que está en la caja Coopera y aun no he pedido mi préstamo…” “a mi los pretextos no me interesan, quiero mi dinero el otro mes por que si no… tu sabrás… hasta pronto Alex… nos vemos un día de estos en mi cama…” me dijo con ternura pero con cierto ánimo de infligirme dolor y se marchó. Billy y Terry me guiñaron un ojo y no pude dejar de sentir un poco de felicidad para mis muy golpeados adentros.

El Marquis abandonó la explanada del jardín, y tan pronto los recios portones de madera se cerraron, la ira de Hatsumamá se desató… “ahora verás maldita quien es la perra más perra de este negocio, yo soy la Reina de la Noche y no tomo ordenes de nadie, aquel que crea que voy a someterme a la tiranía de este desgraciado está muy mal, pero ahora verás, Beli!!!” dijo gritando a una chica de ojos negros quien vino hacia mi y me tomó de los brazos… “llévalo a su habitación y ponlo a limpiar el piso… con un cepillo de dientes…”. No pude hacer otra cosa más que reclamar “pero me dijo el Jefe que iba a ser entrenado en las artes del amor por dinero…” y pum… no supe más pues me largó tremendo bofetón que me dejó inconsciente en el suelo por un buen rato. La tal Beli me cargó y me llevó hasta una pila de agua helada en donde desperté por que el frío me caló hasta los huesos… con mirada tierna pero fuerte y con algo detrás de esos ojos me ofreció un cepillo de dientes medio gastado y una cubeta con agua y jabón y me indicó que no era cuento… tenía que hacer lo que la madame había dicho o me iría mal…

No se pierda el siguiente lunes, la 3ra. entrega de las aclamadísimas Memorias de la Mosha! Agradecemos a Rafita y al Fumas por la colaboración creativa del diseño original de Geovana de los Soldados a quien mandamos un afectuoso saludo.

Status: medio día festivo... ni pedo, hay que ir a chambear.
Escuchando: She will be loved; Maroon 5 (Live Friday 13th)

2 comentarios:

Herbert González Barrera dijo...

que hueva me dió esto, está kilométrico.

Jorgito dijo...

Eh y que? no te gusta largo?? jeje