jueves, 9 de marzo de 2006

De obsesiones

Como es bien sabido por muchos de ustedes, aquí su servilleta sufre de un peculiar trastorno psicológico que le obliga a ser extremadamente obsesivo cuando va a salir de viaje. Y claro, como olvidar que alguna vez me puse el saco por la muy peculiar manera de empacar que tienen las mujeres cuando se van de viaje... Pero oh!, es aquí cuando les pido que insertemos la maravillosa excepción a la regla en cuestión: las mujeres que viven en mi casa.

Las 2 hijas de su Madre (que es la misma que la mía) y la mía misma por ende carecen de cualquier habilidad previsora en cuanto a empacar para salir de viaje se refiere; ah! pero eso sí, no han pasado 2 minutos fuera de la casa cuando comienzan a recordar como por arte de magia las chingaderas que olvidaron poner en la maleta.

La noche de anoche a las 10:30 pm tuvieron a bien levantarme para que les llevara a tomar un autobús que les lelvase de compras a la zona libre de Belice. El autobús saldría a las 11:00 según me habían dicho y yo si no llego una hora antes a una salida de camión, no soy feliz. Pero la imagen que encontré al abrir la puerta de mi recámara fue dantesca: mi Jefecita chula apenas andaba en bata de dormir y la menor de mis tormentos andaba llegando de la calle. La primera se dispuso a vestirse y a mal empacar en su bolso de mano unos sandwiches, barritas de nutrigrain (para la otra babosita) y demás parafernalia travelística. Pero la segunda... oh la segunda... que "no me queda bien esta blusita", "no me quiero poner esta otra por que no combina con los zapatos"... con un demonio, no vas a una exposición de modas o alguna alfombra roja! con cualquier pendejada te vas a ver bien! Pero no... ahí anduvo modelando hasta que se puso una blusa verde que no se que rayos tuvo que ver con sus zapatitos rojos pero en fin.

Cuando finalmente las azuzé (y cuasi obligué) a subirse al Robert-Móvil (motivo del cuento de mañana) eran ya casi las 11 y había cierta prisa. Adrianita había llevado su sueter por sugerencia mía más nuestra progenitora no pues no creía que encendieran el clima del camión y además, se aguantaba el frío... A mitad del camino con el aire pre-primaveral de Mérida (que es medio fresco) y el consabido regaño del hijo, que es obsesivamente precavido, asintió que a lo mejor debió haber llevado su sueter. Acto seguido y como si hubiera hecho magia, mi sister menor comenzó a estornudar pues de repente y de vez en cuando sufre de los mismos ataques moquillescos que yo... ah! y además empezó a comentar que el camión le daría dolor de cabeza y no llevaba aspirinas...

Voilá... en ese momento dentro de mi podrida mente me la pelé por anticipado pues vislumbré la idea de que por alguna razón tendría que regresar a la casa por un abrigo, antihistamínicos y unas cuantas pastillas de ácido acetilsalicílico (aspirinas, por si no sabes que pedo). Y así fue... regresé y abriendo la puerta de mi recámara tomé las medicinas y el sueter y los llevé... medio mal encarado pero pos ellas saben que así soy por andarme robando unas horas de mi sueño y ya ni pedo, que le voy a hacer?

De veras que como son distintas las personas... yo que ni siquiera me atrevo a salir de mi casa sin mi cajita de Avapena por si las cochinas dudas... pero abusan de mi bondad y nobleza, ¿verdá que si?

Status: pero aun así, las adoro
Escuchando: Fría como el viento; Luis Miguel

1 comentario:

Jorgito dijo...

ese soy yo en pocas palabras... un amor ;)